Ha acabado la segunda encuesta a nuestros lectores de Now Loading!, en la que preguntábamos sobre qué aspectos de un videojuego preferías a la hora de adquirir uno u otro producto. Ha sido una lucha reñida, pero finalmente la corona se la ha llevado uno de los aspectos más interesantes y que más ha evolucionado con el tiempo en el sector: la historia. El argumento de los videojuegos ahora funciona como pilar base de su atractivo… ¿Pero ha sido siempre así?
Lo
cierto es que la característica principal de un videojuego es su
interactividad. En términos jugones, estaríamos hablando de la jugabilidad, es
decir, la comodidad y capacidad de interacción que tenemos nosotros de cara al
juego. En los inicios del sector, los videojuegos eran diseñados para brillar
con su jugabilidad y divertir durante hora sy horas con un planteamiento
sencillo pero adictivo. Juegos como Pac-Man, Arkanoid, Puzzle Bobble… Son
juegos cuya puesta en escena no se alarga mucho más de ofrecer un planteamiento
visual, espacial y temporal para el jugador. Lo más visceral y directo, lo que
provoca esa dosis de diversión, es la jugabilidad.
No
obstante, los desarrolladores son personas audiovisuales, personas que
necesitan hacer crecer ese medio y ofrecer algo más que rebotar una pelota
entre dos bandos o saltar barriles sin morir en el intento. Con pequeños
planteamientos fantásticos pero muy atractivos, se solucionaban muchas cosas:
establecer un universo propio donde jugar, y marcar un aliciente, un objetivo
que impulse al jugador a querer acabar el juego con éxito. Así, se establecían
los personajes y el entorno, y esto establecía a su vez el estilo visual del
juego, lo primero que entra por los ojos y atrae antes de coger el mando. Así
nacen los ya míticos y sempiternos Super Mario Bros y Sonic The Hedgehog, entre
otros: historias sencillas con personajes sencillos, pero extremadamente
fantásticos y personales.
Surgen
así las escenas cinemáticas. Usando el motor del propio juego o imágenes en
vídeo de mayor calidad, los personajes se mueven automáticamente. Hablan e interactúan
entre ellos, y nosotros no podemos, por primera vez, hacer nada. Somos
espectadores y estamos viendo un ejercicio que cada vez se asemeja al cine. La
cámara respeta el racord, los personajes interactúan. Surge una historia, y se
desarrolla en trazos separados. La parte jugable será la unión de esos trazos,
y el interés por la historia será el eje central del atractivo del juego. El
jugador deseará completar la parte jugable solo para unir el siguiente trazo y
así terminar completando el dibujo entero que resulta la historia, utilizando
el propio videojuego como lienzo. Surge así pues, una nueva motivación para el
jugador. Completar la historia, saber que pasa con nuestro personaje y el mundo
que le rodea.
Y las
generaciones de videojuegos cada vez se fijan más en este aspecto a la hora de
evolucionar. Y se cometen excesos. Metal Gear Solid 4 es el ejemplo perfecto del extremo,
resultando un juego con más horas de cinemáticas que escenas de juego real.
Casi pareciera que estamos viendo una película de no ser por esos momentos que
el juego nos deja libre albedrío y nos hace sentir responsables de las acciones
de nuestro personaje, del devenir de esa historia. La música, el increíble uso
de las reglas de cinematografía a la hora de construir planos, escenas enteras
y formar un relato. Lo cuidado del diálogo, las reflexiones personales de los
personajes, y aderezado con un motor gráfico cada vez más impresionante y
realista que ayudan a sumergirnos más y mejor en ese mundo que tenemos puesto a
punto.
Y
entonces, la historia queda en posición superlativa. La jugabilidad ya no será
eje central ni objetivo, sino medio para lograr esa satisfacción, ese clímax
que resulta con la culminación de la historia. Se corre el peligro de acortar
excesivamente la duración de estas piezas audiovisuales, y se corre el mismo
peligro de perder, cada vez más, esa identidad de videojuego y no tanto de
película animada. Pero la evolución del uso de la historia y su peso ya viene
dada por los desarrolladores. Ellos deciden que peso darle a la historia en su
producto. Y como medios audiovisuales, este hecho tan solo beneficia a un
sector con tantas posibilidades artísticas y culturales que ofrecer.
Y
vosotros, lectores, que habéis elegido… ¿Qué juegos recordáis especialmente por
su historia?
El primer juego que me viene a la cabeza y que marcó una época en mi etapa como aficionado a los videojuegos fue "Golden Sun". Recuerdo perfectamente que me regalaron ese juego para mi onceavo cumpleaños y recuerdo perfectamente una de las primeras escenas "cinemáticas" de las que tú hablas en este artículo.
ResponderEliminarEra la primera vez que me enfrentaba a un juego tan absorbente como lo era ese RPG. Había tenido alguna experiencia anterior con el Final Fantasy VII de la PSOne, pero nada comparado con este juegazo. La historia marcó su jugabilidad, que pese a ser excelente, quedaba eclipsada por ese gran relato.
No se pueden comparar esas escenas dialógadas con todo el despliegue actual de medios audiovisuales y efectos especiales puestos al servicio del sector de los videojuegos, pero fue una historia que me enganchó desde la primera hasta la última palabra.